martes, 10 de octubre de 2017

Caminé rápido sin ir a ninguna parte. Y caminé lento y paré. Luché contra mi propia alma y derribé el fuego y derribé el hielo. Y me fui templando, pidiendo perdón, pidiendo permiso. Abrí cada puerta de las habitaciones abandonadas, con vértigo, con polvo, con frío. Dejé de llorar y empecé a llorar. Hice las paces con mi alma, pobrecita. Y fui más allá. Y encontré amor debajo de los escombros. Y encontré vida.
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