miércoles, 22 de diciembre de 2010

Prólogo de un Extracto "El Perseguidor"

Prólogo

A veces me entristece creer
que la vida es esto:
tu ausencia, los días que se
suceden sin sobresaltos,
vacaciones dos veces por año,
tres recitales, siete poemas de Joaquín,
otro primero de enero,
las tareas laborales y domésticas,
la luz a plazo fijo
con las ventanas abiertas.

- Tiene que haber algo más...-
me miento y me cambio otra vez
de casa y de ciudad para ver si lo encuentro.
Si pudiera dejarme caer en la mudanza
o colgar en el placard esta melancolía.
¿Cuántas cosas caben en el tiempo
... cien pájaros volando
... ochenta días de darle vuelta al mundo
... cuarenta ladrones y un pobre leñador de Arabia
... siete maravillas
... diez mandamientos
... veinte poemas de amor y una canción desesperada
... o dos trajes y dos pares de zapatos?


Extracto
" - La música me sacaba del tiempo, aunque no es más que una manera de decirlo. Si quieres saber lo que realmente siento, yo creo que la música me metía en el tiempo. Pero entonces hay que creer que este tiempo no tiene nada que ver con... bueno, con nosotros, por decirlo así.
Te estaba diciendo que cuando empecé a tocar de chico me di cuenta de que el tiempo cambiaba. Esto se lo conté una vez a Jim y me dijo que todo el mundo se siente lo mismo, y que cuando uno se abstrae... Dijo así, cuando uno se abstrae. Pero no, yo no me abstraigo cuando toco. Solamente que cambio de lugar. Es como en un ascensor, tú estás en el ascensor hablando con la gente, y no sientes nada raro, y entre tanto pasa el primer piso, el décimo, el veintiuno, y la ciudad se quedó ahí abajo, y tú estás terminando la frase que habías empezado al entrar, y entre las primeras palabras y las últimas hay cincuenta y dos pisos. Yo me di cuenta cuando empecé a tocar que entraba en un ascensor, pero era un ascensor de tiempo, si te lo puedo decir asi. No creas que me olvidaba de la hipoteca o de la religión. Solamente que en esos momentos la hipoteca y la religión eran como el traje que uno no tiene puesto; yo sé que el traje está en el ropero, pero a mí no vas a decirme que en ese momento ese traje existe.
— Esto del tiempo es complicado, me agarra por todos lados. Me empiezo a dar cuenta poco a poco de que el tiempo no es como una bolsa que se rellena. Quiero decir que aunque cambie el relleno, en la bolsa no cabe más que una cantidad y se acabó. ¿Ves mi valija, Bruno? Caben dos trajes, y dos pares de zapatos. Bueno, ahora imagínate que la vacías y después vas a poner de nuevo los dos trajes y los dos pares de zapatos, y entonces te das cuenta de que solamente caben un traje y un par de zapatos. Pero lo mejor no es eso. Lo mejor es cuando te das cuenta de que puedes meter una tienda entera en la valija, cientos y cientos de trajes, como yo meto la música en el tiempo cuando estoy tocando, a veces. La música y lo que pienso cuando viajo en el métro.
— Cuándo viajas en el métro.
— Eh, sí, ahí está la cosa —ha dicho socorronamente Johnny—. El métro es un gran invento, Bruno. Viajando en el métro te das cuenta de todo lo que podría caber en la valija. A lo mejor no perdí el saxo en el métro, a lo mejor..."

Extracto de "El Perseguidor" de Julio Cortázar

viernes, 10 de diciembre de 2010


Siempre guarda, bajo la manga,
el as de un buque de verano;
un jaque mate, muerte al rey
que la reina batió a doble o nada.
Aunque lleve, como las viudas,
un ramito de violetas
ocho domingos por semana.

Y los lunes olvida olvidar y
deja a los dragones indultar
a un Quijote que va de paso.
Juega con él otra partida,
las medias en los pies le dice,
“falta envido” y lo ve retroceder
porque esta mujer es una fiera en minifalda.

A pie de espejo confiesa,
a punta de memoria sin tabula rasa,
que la guapeza es un disfraz
de buena actriz con moretones
y el as, un remiendo a los chichones
de barquito de papel bajo aguacero
encallado en la orilla…
… de sus ojos.

jueves, 9 de diciembre de 2010

El olor a azufre, la sal, las cosquillas,
el viento, el rosal, la marea,
el pan, el dolor, la rayuela,
la cajita de cristal, el sudor, las mejillas.
La piedad, la pasión, el desvelo,
la luz del mediodía, las arrugas de la almohada,
el agua, las miradas, los jadeos,
el sol, la estación, las rodillas:
todas las cosas que tienen nombre a nada.