miércoles, 27 de marzo de 2013

La vida no es hermosa, la vida es mágica. Y está llena de cablecitos que unen a una persona con otra, a un acontecimiento diminuto con otro más chiquito, casi más desapercibido y sin embargo uno levanta un cable de por acá, de un dolor viejo, de una sonrisa y todo se anuda el doble o se desanuda la mitad o los cables se pegan de tanta corriente y allí donde había gotitas, se crea un río. O se crea un centro, una espiral, una puerta y lo más raro es que por esa puerta no pasa uno solo, todos son invitados a pasar, aunque sólo algunos decidan hacerlo. Y nadie lo puede hacer por otro, nadie. Lo mejor que uno puede hacer es juntar sus cablecitos e ir al otro lado, con la esperanza cierta de que algún día, pasarán. La misma esperanza que tuvieron aquellos que pasaron antes y nos esperaban deseosos de este lado.