lunes, 26 de abril de 2010

Ay, ay, ay...


"de que me quejo yo.. si casi sé quien soy...
tengo una cama para echarte de menos ,
tengo una persiana y la bajo si quiero,
tengo un reloj para observar bien el tiempo,
tengo alrededor mil caminos abiertos" ♪♫ (Paco Bello).

Y sin embargo cada vez, despues de verte
el aire atraviesa mi centro...
inspiro y pasa, no tiene tope mi pecho.
Pero te quiero demasiado como para quererte para mi
y no ser feliz, con sólo saber, adónde la felicidad te lleva.
Fuiste testigo "DEL dìa" en mi vida, lo que no sabés
es que fue para huir de lo que me pasaba al verte
y de la conciencia de saber que hay cosas que NO son posibles.

Un abrazo de tres segundos de silencio, al saludarnos
dos veces al año, me alcanza.
"Ya vendrá otra vida, me digo, ya vendrá otra vida"
y sonrío mientras mis ojos renuncian a la lluvia...

jueves, 15 de abril de 2010

En el aire...


Ayer entré en una compra – venta de libros. Tenía en mente a Galeano y “El Libro de los Abrazos”, era hora de que sea permanente en mi biblioteca y no un libro prestado. No había terminado de cerrar la puerta de la biblioteca cuando lo vi. Estaba ahí esperándome en lo que fue mi primer plano del lugar.

Por lo general, cuando entro a una librería siempre compro dos libros, es una especie de ritual, me llevo el que fui a buscar y abro la atención para ver si otro me sorprende, entre la multitud. A veces me llama el color de una tapa, el título del libro, el autor, el tema que trata…

Ayer un libró se asomó para saludarme y termino saliendo conmigo camino a mi casa. Es más ayer empecé y terminé de leerlo. Quien me conoce sabe que es mi velocidad para las cosas que me gustan: ¡a toda marcha! y deberían abstenerse de acercarse a mi aquellos a los que esa velocidad les asusta. Pobre libro, no podía defenderse…

Desde lejos fue el autor quien llamó mi atención otra vez: Richard Bach. He leído mucho de él y puedo decir que la mitad no me gustó para nada y que la otra mitad, lejos de disgustarme, me cambió la vida. Dos de sus libros me cayeron en las manos en momentos importantes de mi vida, momentos que indicaban el cierre de una etapa y el comienzo de otra. Y esos libros han colaborado en ese pasaje y en esa síntesis, en ese abandono que implica concluir, en esa agresión que conlleva el gran salto hacia otro lugar. Fueron momentos muy personales, tal vez como sea personal e intransferible lo que siento también por ellos: “Alas para Vivir” e “Ilusiones”, en ese orden. Con el primero volví a creer en Dios, con el segundo volví a creer en el ser humano.

Cuando elegí llevarme ayer “En el Aire” o él eligió llevarme a mí, no lo sé, me pregunté un segundo antes de abrirlo - ¿será otro chasco? – dándome ánimos respondí – veremos… - y empecé a leer.

El libro hablaba de dos hurones cuyo destino era conocerse pero que eran tan, pero tan testarudos, que hasta los intentos de sus ángeles guardianes habían sido fallidos. Y estos últimos, dándose por vencidos, habían pedido la ayuda de las hadas hurones para lograr que los dos se conozcan. Los dos hurones sabían que sólo con alguien que sea como ellos, que eran hurones aviadores, podrían compartir el silencio con el que enfrentaban la inmensidad del cielo, pues no podían expresar en palabras lo que sentían. Y ambos necesitaban compartir su pasión pero jamás habían encontrado quien los entienda y jamás habían dado marcha atrás en sus metas. Pensaban que la soledad era parte de sus elecciones y que su destino se encontraba de aeropuerto en aeropuerto, siguiendo el plan de vuelo trazado sin dar jamás marcha atrás, frente a ninguna tormenta.

Las hadas hurones debían lograr que se conozcan y la única posibilidad que tenían para que suceda, era que ambos no cumplen con su objetivo de vuelo. Misión imposible parecía considerando que los dos eran muy obstinados, incapaces de retroceder, incapaces de bajar la guardia.

Finalmente, porque no sólo las hadas y sus ángeles guardianes hurones estaban trabajando; finalmente… se encontraron en el mismo lugar. Una de las hadas se preguntó por qué las criaturas mortales podían resistirse de manera tan obstinada a su destino, por qué no se dejaban llevar… Nuestra misión, dijo, sólo es sugerirles hacia dónde ir y nunca forzarlos a tomar una decisión. Y esa noche ya habían ofrecido toda la ayuda que era posible rechazar. Cuando se conocieron los dos hurones, a pesar de toda la resistencia que pusieron, cuando por fin sucedió, Stormy Hurón pensó: - ¿es posible que exista alguien así?...

Coincidencias, egos, coincidencias… dan vueltas por el Universo y a veces procuran pequeñas señales, a veces esas señales son equívocas. No se sabe de antemano, no se sabe si el destino está en lo que sucede inevitablemente o en aquello que elegimos o en ambas cosas. Voto porque está en ambas cosas. Hace más de seis meses que vengo escribiendo al respecto y ayer encontré este libro, una nueva síntesis, como lo fueron Donald Shimoda y Dickie. Cada una de las notas que anteceden a esta se refieren al tema: amor, destino, decisiones...

“Así, el mundo cambió gracias al amor que dos hurones sentían por el cielo y el uno por el otro y gracias al amor de muchas otras criaturas, como aquellas hadas de hurón que, con esfuerzo, provocaron las coincidencias necesarias para entrelazar las vidas de los hurones, como llevan haciéndolo desde tiempos inmemoriales.” (Richard Bach, 2002).

miércoles, 14 de abril de 2010

Ventana sobre la cara

¿Una máquina boba?
¿Una carta que ignora su remitente y equivoca su destino?
¿Una bala perdida, que algún Dios ha disparado por error?
Venimos de un huevo mucho más chico que una cabeza de alfiler, y habitamos una piedra que gira en torno a una estrella enana y que contra esa estrella, a la larga, se estrellará.
Pero hemos sido hechos de luz, además de carbono y oxígeno y mierda y muerte y otras cosas, y AL FIN Y AL CABO ESTAMOS AQUÍ DESDE QUE LA BELLEZA DEL UNIVERSO NECESITÓ QUE ALGUIEN LA VIERA.



Eduardo Galeano de "Las palabras andantes".