Por tu
mente te escapás del aforismo, por la lógica que intenta ordenar los
sentimientos como si se tratase de latas de conserva… ni siquiera sentimientos,
solo pseudópodos siempre tan racionalizados, es decir, devastados por la
dialéctica… ¡qué importa que fueran caballos,
torres o alfil si al fin y al cabo lo único que se puede distinguir son dos
colores! La aprehensión del orden binario, la sustracción de cualquier
partícula de vida que pueda sobrevivir entre tanto mecanismo de defensa.
Alguien
debería entrar por la puerta, rompiéndola a patadas, puerta y tablero a patadas…
limar las piezas para que solo sean figuras cónicas inciertas, peón y rey el
mismo pedacito de madera, el mismo. Alguien que pueda hacer del gran desorden
un réquiem y que luego se quede ahí pronunciando bajito que todo está bien, que
nunca hubo llave, que para saborear el elixir bastaba con cerrar los ojos y
dejarse caer en un atardecer, en un abrazo, en dos manos que se enlazan sin saber jamás
que pasará después… Que la única manera de salir del caos es metiéndose en él hasta las narices...