lunes, 9 de junio de 2014

Sos intensa me dijo y yo le expliqué que soy un ascendor que pasa por el centro de los departamentos de una torre infinita
Ella es un paisaje que cambia de estación, ella es una estación que cambia de paisaje. 
No todos pueden compartir la maravilla. Los críticos del bien y el mal la tienen vedada. Tanto como la tienen vedada los que no tienen los pies en el suelo, el alma en el cielo y el corazón en lo profundo.

La cuarta dimensión está a la vuelta de la esquina, se cruza la puerta y ¡páfate!
Cronopio, cronopio aprieta contra su pecho los hilos, uno es azul. 
La escritura, la escrituria – Turia es un río que desemboca en el mediterráneo-, la escriturra 

¿si empezamos a decirle así? Si empezamos a caer en las preguntas de siempre, si vemos 

Laura caminar por la plaza Ituzaingó un domingo a las tres de la tarde, algo de ropa por el 

frío, pateando cascotes o piedritas o pisando las hojas secas, buscando sus pasos en las 

hojas secas, sobre todo buscando sus pasos. 


SI vemos todo esto, si nos asomamos a los gestos de Laura, a sus pensamientos, a la 

repetición de ese gesto en la boca, a la vida al divino cohete en otoño o en primavera, los

 hombros bajos, hacia adelante, cerrando el pecho, cerrando la puerta que conduce al 

kibbutz... si vemos todo esto es porque vamos a empezar con la escrituRRa. ¿Laura, las 

preguntas, el río, el orden de los pensamientos, el desorden van a parar al mediterráneo? 

Pobrecita, tan llena de tiene-que-haber-algo-más-que-esto-que-hay-y-no-me-alcanza 

¿cuántos pares de zapatos caben en una valija? ¿cuántos días en un mes? ¿cuánta memoria 

en la memoria?