viernes, 11 de junio de 2010

Del Trovador y la Gitana

Un día desperté con la certeza de que volvería a España. Volver no es tal vez la palabra más apropiada considerando que, en este presente, jamás he ido. Sin embargo es el deseo que me nace del alma: “volver a España” y no conocerla, como si no la hubiese visto nunca.

Tú trovador y yo gitana,
fugaces en la aventura de desearnos y tocarnos y besarnos
en cualquier rincón del mundo,
aún en las horas en que la gente decente
va al mercado o al trabajo;
aún a plena luz del dia
sin retirarnos de atascos y murmullos.

Tú, acostumbrado a echar tu voz por el sombrero
a cambio de calor
y otra ronda de guitarras.
Yo leyendo de las cartas, el destino
brújula norte, estrella polar.
Nómades de piel y de esqueleto
cargando sólo con lo que lleva el corazón,
antes de partir.

Tú trovador y yo gitana, fiel reflejo
y a través del espejo los dos cara a cara.
Que si te has ido es porque amabas los caminos,
que por lo mismo jamás, te he buscado yo.
Solitarios por condición y desencanto,
absorta de extrañarte...
¿Y si un mago esconde el truco,
de que echemos raiz o encontremos casa?
Tal vez la libertad, algún día, sea la misma ruta
que trazamos con los pies y cuatro huellas.

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