martes, 16 de agosto de 2011

Extracto del Capítulo III "Los INIVISIBLES"

- Les diría que de cada refutación de una idea ha resultado un acuerdo. Muchas objeciones se hicieron presentes pero algunas se han convertido en coincidencias plenas, al menos ninguno de ustedes ha objetado sobre lo siguiente. Primero, “lo que hagamos tendrá que ver con la luz”. Nadie objetó que necesitamos colaborar para el desarrollo de algo que sea positivo, que tenga cualidades de expansión, que sirva para unir, para enlazar. Segundo, tenemos que apuntar a algo que pueda darse en sí mismo, que en su propia función sea un regalo para otros, un regalo que esos otros también necesiten compartir. Algo que sea humano pero que, como al río, le de igual a quien baña con el agua, el agua limpia a quien se sumerja en él sin distinciones. Lo mismo debe suceder con aquello que pensemos. Tercero, algo que una a los seres humanos con la vida, con la dignidad y con el honor de pertenecer y ser parte de la raza, pero no con el orgullo de ser “yo” sino con la integridad que les da ser “nosotros”, sin ganadores ni perdedores, sin peleas en el mismo tablero. Cuarto, disponemos de diez años y necesitamos resguardar nuestro anonimato, debemos ser uno más y no “ellos” señalados con el dedo, tenemos que enfocar nuestra energía en nuestro objetivo, el tiempo es acotado. Quinto, tenemos que pensar en algo que salga del “patio” de la casa de cualquiera y que pueda entrar y permanecer en el “patio” de la casa de cualquiera. Sexto, tiene que ser algo con efecto en cadena, como una plaga, algo espontáneo y natural, porque así podrá ser a largo plazo.

- Escucho a la piedra gritándonos desde sus entrañas, su propia forma. – dijo Sâleh, sereno - Un escultor respeta a la piedra y no acelera el trabajo que tiene que hacer con ella, sabe que el material se deja domesticar a su manera, como esos animales salvajes. Nosotros seremos muy distintos después de esto, la piedra también talla al escultor.

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