martes, 2 de octubre de 2012

Hablo de mí, sin decir nada. Lo mío es de asociación libre para que cada cual termine opinando acerca de lo que no entiende, o sea hablando de sí - ese es mi juego, con él me divierto.
El punto es tan simbólico que cualquier especulación es equívoca, necesariamente.

Les tirás una línea y comienzan con el metalenguaje, con las segundas intenciones, con las sombras proyectadas. Les tirás una línea y construyen la mejor ciencia ficción. Si bastaba con preguntarme.

Nadie entiende que para conocer a alguien hace falta domesticarlo, mirarlo de cerca, abrirle las puertas, cumplir el ritual... esas cosas demasiado desgastadas por el tiempo.

Yo nunca entendí el simbolismo de "Ensayo sobre la ceguera", siempre me pareció soberanamente literal: un mundo de ciegos, "EL" mundo de ciegos. Los ciegos y los tres o cuatro videntes que se hacen los ciegos por amor. Dos pabellones, uno un poco más decente... quiero decir, da igual.

Les tirás una línea y la ceguera construye su propio esplendor en su propia miseria o al revés, su propia miseria en su propio esplendor. Alguno se acerca tímidamente y pregunta ¿qué pasó? la mayoría más por curiosidad que por verdadera empatía. Pero no está mal, así es como el mono empieza a erguirse después de todo, por curiosidad, para alcanzar la frutita prohibida. Por lo menos la asociación libre no hizo y deshizo el rollito personal de abultados traumas, prejuicios y elucubraciones. Al menos el monito preguntó si había escalera.

Hablo de mí sin decir nada, son tan pocos a los que de verdad les hablo de mí y es tan distinto alguien que quiere domesticar y ser domesticado que alguien que no. Y sin embargo es tan simple: la vida está siempre al alcance de los ojos... que ven, de los ojos que miran de cerca.

"porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse."

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