sábado, 8 de octubre de 2011

20 poemas de amor

No. No me digas que no tengo razón. Resulta que tengo que hacer un master a distancia buscándote, contándote por dónde ando, inventando excusas ingeniosas mientras tú le escribes a alguna los 20 poemas de amor. Es que a veces la rebeldía me agarra a sacos por la espalda. Saldría corriendo atrás de cualquiera que no se parezca a ti. Porque además de todas esas cualidades maravillosas también sé que eres canalla. Y que tienes eso de no poder estar solo entonces inventas de cualquier arrebato un cuento de hadas. Para colmo los 20 poemas de amor suenan tan bien cuando salen de tu voz o de tu puño, que te los creo. Así cualquiera pierde las esperanzas, qué querés que te diga. Y tal vez repruebe el master o lo deje a la mitad, si en definitiva no te importa. Al menos no te importa hasta que empezás a tararear las estrofas de la canción desesperada. Dirás que los fracasos son inevitables mientras sabés muy bien que no. AL FINAL VOS Y YO SOMOS EL MISMO PERRO BUSCÁNDOSE LA COLA, SOSPECHANDO SE AQUELLA SOMBRA QUE NO NOS DEJA ABRIR DEL TODO EL CORAZÓN SIN DIOS SABE QUÉ CLASE DE GARANTÍAS UNIVERSALES CONTRA LA INFAMIA. Escribo de corrido porque debería gritarte todo esto si estuvieras acá. Pero no estás, entonces escribo de corrido. Maldita la hora en que te he conocido. Y más maldita porque estos enojos de su buena madre me duran cinco minutos. Después escucho una canción o pasa una libélula violeta volando y me acuerdo otra vez de ti y te amo como siempre. Pero no quiero pensar en libélulas ahora, por lo menos ahora mientras estoy enojada quiero enojarme, odiarte por un rato. Tengo tantos motivos para odiarte aunque el más importante es que no vienes, que te sigues demorando en algún lugar, en cualquier lugar y tal vez te demores para siempre. No vienes, por eso te odio. Ni vienes, ni me llamas, ni respondes ningún mensaje. Si sigues así me iré con otro, no viviré en el paraíso pero al menos tendré una casa modesta, un perro, tomaré una mano mientras camine por el mundo. Un amor, al que como vos pueda dedicarle hermosos poemas. Pero... ¿crees acaso que no se dan cuenta? Por supuesto que se dan cuenta. SABEN QUE ENTRE EL ACÁ Y EL FONDO DE NOSOTROS HAY UNA ESCALERA CARACOL QUE DESEMBOCA EN UNA HABITACIÓN CERRADA. Además ni siquiera tiene llave la habitación pero de todas formas está cerrada. Cuando ella se fue, te hablaba precisamente de esa habitación, lo mismo que yo ahora. No te bastaron las cartas al rey para animarte. Y eso tiene que ver con esa habitación en la que todos creen que vive Houdini o Indiana Jones o Walt Disney congelado. Y-ese-es-el-preciso-motivo-por-el-que-no-pueden-entrar. Las cartas al rey no tienen que ver con la habitación. CON LA HABITACIÓN TIENE QUE VER QUE NO TE HAYAS ANIMADO. Somos gente seria para esas barbaridades de quedarnos desnudos. No te interceptaría en medio de la gente, no te ataría a mi cama, ni te pediría cual Lacán, la bolsa o la vida. Yo nunca supe jugar, ni siquiera de niña me salía jugar. Por eso en el fondo entiendo que no te hayas animado. Hay que perder con más resignación y con más dignidad. Sobre todo cuando nos hemos quedado con el az bajo la manga para la próxima partida. Entre esto del az, lo de la habitación cerrada y eso que vos decís de que los fracasos son inevitables, deberías entenderme ya también a mí. Ves que ni siquiera somos dos perros buscándose la cola, sino el mismo. Tal vez vos seas el perro y yo la cola o al revés. O los dos seamos perro y cola. Pero verás que aún perdiendo te sigo dando batalla. Cuando te vayas del todo me pondré a llorar. Tal vez ni entiendas por qué te escribo y por eso me pondré a llorar cuando te vayas. Perdón por escupir tanta rabia al cielo, resulta que la lluvia de hoy ya va siendo lágrima…

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