domingo, 24 de julio de 2011

No es que no me guste el día, ¿sabes?
el sol de la mañana, la gente apurada,
el olor a café y a tostadas en la calle…
No es que no crea que se puede amanecer bien temprano
y que tal vez Dios ayude con más ganas.

La mañana siempre se me esconde tras los párpados,
la luz del sol es inclemente conmigo,
la gente está más apurada
y yo no tengo pies para seguirlos.
Algunas barren la vereda con una suerte de ritual
y de chisme, y yo no tengo swing, nunca lo he tenido.

Los fantasmas de la noche me aúllan al oído
y a veces, se visten de inspiración,
cómo no quedarme con ellos desvelada...
De noche me parezco más a mí:
échale la culpa a la melancolía.

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