martes, 3 de agosto de 2010

El libro anda rodando II

Sólo compartiré el comienzo y así lo hice hace unos días pensando que el comienzo iba a ser definitivo. Pero el camino de las cosas importantes parece exigir algo más, por eso el comienzo o cada parte del camino debe hacerse y rehacerse cada vez que sea necesario, hasta estar satisfechos. Después de todo se nos queda la vida viviendo y escribiendo se nos queda la letra y el pensamiento y la profundidad o simpleza de las cosas.
Uno puede leer algo que escribió hace quince años y aunque ya no lo comparta sabe que ese papel es su espejo.
Escribir, leí hace poco, exige: LEER MUCHO, SOÑAR MUCHO, PENSAR MUCHO, CORREGIR MUCHO, TACHAR MUCHO, DESCARTAR MUCHO Y..., RECIÉN DESPUÉS, RETOMAR LA TRAMA Y DAR FORMA AGRADABLE A LO QUE QUEDARÁ.
En estas andamos, vuelvo entonces a compartir con ustedes, el comienzo:


La Convocatoria (por Frank)

Son 11. Buen número pienso cuando los veo esperando, ¿seguirán todos adelante?

Cuando todo estuvo listo, listo y aprobado, decidimos convocarlos. Al principio queríamos un plan mínimo para saber cómo seguir, a dónde buscar, a quiénes esperar, un plan en el acordemos cuál sería la mejor manera de dar el próximo paso y el siguiente. ¿Pondríamos límites al reclutamiento, edad, zona de origen, aptitudes? ¿Haríamos el llamado público o privado? ¿Algunos oficios o profesiones tendrían privilegio sobre otros para ser elegidos? ¿Estábamos en condiciones de elegir acaso, si ni nosotros sabíamos de manera completa hacia dónde podría llevarnos la experiencia? No importa cuánto hayamos avanzado desde aquellos años, lo impredecible sigue siendo una de las virtudes más bellas y más “temidas” también del universo. Existía un abanico de posibilidades que podíamos manejar, un abanico de posibilidades que podíamos preveer como consecuencias inevitables de lo que haríamos y otras, imposibles de predecir, unas con soluciones que sólo encontraremos cuando se presente el momento y otras, a las que no nos será permitido conocer, ni anticipar, ni solucionar, ni percibir.

…¿Niños, serían aceptados los niños? Podríamos decidir nosotros quién, quiénes, cuántos… no lo sabíamos. No puedo comprender, al menos yo, la envergadura de lo que nos proponemos y eso que soy de los que buscan hasta el último pretexto antes de decir sí a un proyecto nuevo. Mil preguntas me hice en mi fuero íntimo: ¿podemos intervenir sólo porque somos más adelantados? “Adelantados” hasta mis palabras suenan carentes de sentido cuando el contexto de las cosas es tan amplio. ¿Cuál es el límite? ¿Y si alguno de nosotros se queda allá, si alguno de nosotros decide quedarse? ¿Si alguno de nosotros desaparece? ¿Cómo sería simplemente dejar de existir? Y los que presenciemos eso ¿seremos concientes de que alguien no ha vuelto? Porque si la consecuencia de lo que queremos hacer es que alguno simplemente no exista es entonces que nunca ha partido… ¿será borrado también de nuestra memoria en el mismo momento del aleteo? ¿Cuáles serían las consecuencias de algo así? Consecuencias… Nuestra propia existencia está en juego, nuestra esencia. ¿Acaso esto tiene sentido? ¿Qué pasará con nosotros, con todos, si cumplimos con el objetivo? ¿Qué pasará con nuestro mundo? ¿Y si nos equivocamos y la manera de adelantar es por otro medio? Tantas preguntas que no tienen respuesta, paso a paso me digo para tranquilizarme. Las decisiones se miden en el presente no en el futuro, tampoco en el pasado. Las decisiones se toman a partir de la información, el deseo, las sensaciones, el impulso, la fuerza, las ganas,… de hoy. Y con eso sí contamos, eso lo sé.

Recuerdo cuando llegaron los ingenieros del sector “descubrimiento” y nos dijeron – funcionan, están terminados, hicimos las pruebas, deben probarlos ustedes ahora. Las miradas de los quince, acaso veinte, que estábamos reunidos asentimos. Tres o cuatro necesitaron hablar – nunca para adelante –dijeron al unísono. Para adelante no podemos comprender, para adelante las limitaciones se multiplican. Pero hacia atrás… dije yo y dejé los puntos suspensivos flotando en el aire. Experto en trabas parezco, igual el Grupo de los 100 sabe el valor de mis preguntas, de mis objeciones, de mis dudas… ellos valoran eso de mí, que yo a veces odio profundamente.

Cuando volvimos a reunirnos para hablar sobre el tema, he expuesto cada una de mis preguntas. Parado por supuesto porque esta vez eran importantes, una a una las hacía y de manera cada vez más fervorosa. Los integrantes de la CUC me han llamado la atención – Franck!!! Y uno de ellos se ha quedado mirándome perplejo. El Gran Gurú, sentado como el resto en la mesa redonda, también se paró y me dijo: Franck! Tuvo que repetir mi nombre para que lo escuchara: cierra los ojos, baja los brazos, respira profundo. Lo sentí como una orden, le dije con mirada increpante que esta vez era importante. Mientras pensaba si acaso no hemos dejado de lado, antes, otros proyectos por considerar que no era el momento, que no estábamos preparados y si precisamente no habían sido mis preguntas las que nos salvaron de algunas catástrofes. Se acercó muy despacio, me tocó el corazón, con su otra mano cerró mis ojos, bajé los brazos. Me dijo al oído muy suavemente: también tenemos miedo. Llamó a otros tres del Grupo de los 100 y uno a uno los fue acomodando, nos fue acomodando. Me senté sobre el que estaba atrás, el de mi derecha me acariciaba los brazos como el de mi izquierda, cada cual en su lado, yo seguía con los ojos cerrados. Y el Gran Gurú, alejándose, me decía: Franck, siempre necesitaremos tus preguntas sobre todo para decidir si tenemos que dejar este proyecto de lado, te escuchamos. Abrí los ojos, miré a los tres que me sostenían y les sonreí. Elizabeth, Taylor y Liü, no ha elegido al azar... Hice sólo dos preguntas más, las demás ya no eran necesarias.

Al salir esa tarde del Consejo Proyectivo, con Samuel le dije: - la confianza... Samuel y sus silencios, Samuel y sus palabras oportunas. Hace 80 años que lo conozco, 60 que trabajamos juntos, 30 años de estar en el mismo sector. Esta vez hasta yo tengo un poco de miedo respondió con cierta picardía en la mirada. Sólo que Samuel reía a carcajadas.

...

Continuará

1 comentario:

Unknown dijo...

Acabo de darme cuenta que este tampoco será definitivo. Sigo yendo muy rápido... no he compartido el contexto de las escenas sólo porque yo sé dónde suceden.
Me río... me acordé de alguien muy importante para mí... Un vez discutimos porque me agarró la mano fuerte para cruzar la calle y me dijo gritando "no mirás!!!". Me solté y le respondí mirándolo a los ojos: hace más de 20 años que cruzo sola la calle (otra vez me olvidaba del contexto Av. de 7 carriles en Córdoba intersección de un Bulevar)y te aseguro que se quienes hay del otro lado y cuanto tarda el semáforo en ponerse en rojo otra vez. Sin que lo deje de mirar me dijo: - decime los colores de los autos que están en primera fila. A eso agregué la cara de preocupado del que maneja el auto rojo y le dije fijate cómo frunce el entrecejo y no es un gesto habitual porque no tiene arrugas en esa zona, le está pasando algo y va a ser el primero en salir cuando cambie el color del semáforo.
Me dijo, - está bien, no te perdés nada salvo de que te cuide. Vas rápido pero vas sola.

Esta vez quiero compartirlo, cuando lo escriba sabrán cuánto me he guardado... al releerlo me dí cuenta.