miércoles, 29 de abril de 2009

Mi propio Don Juan

Era anónimo tu encanto
de palabras ya dichas príncipe.
Al azar tendías como una red tu gracia,
tus gestos pensados,
tu corazón en el costado más recóndito,
tu ir saltando por las cosas...
(Al verte por primera vez
hubiera jurado que me equivoqué de cuento).

Con orgullo lucías tu arte,
as de noche interminables;
con desdén libraste cada batalla
con cuidado de no lastimarte
pensaste cada huida y te escapaste
y con esa elegancia de viento y apuro
viniste a mi porque sí,
por qué no y por las dudas.

Yo mendigaba luz, príncipe
vos apagaste la oscuridad...
Me acariciaste con la diestra de tu espada
ocultando la mano, que no empuñaba nada,
y que a escondidas de tus ojos,
le pedía a mi mano que la amara.
(Puedo jurar cuando volviste,
que no quería despertar).

Con mesura para no exponerte
me diste un beso suave,
con ternura para no corromperte,
respiré.
Y ahora con torpeza
practicamos el arte de amarnos
y con esa licencia de la entrega y el miedo,
te entregaría mis ojos
para que veas que no habrá, más amor, que vos.


Siempre me ha costado más amar que enamorarme. Este poema es para él o para mi en aquel entonces...

No hay comentarios: