martes, 5 de mayo de 2009

Biografía y Epitafio

Colgando de la pendiente de mi ojo, ruborizada
y como pidiéndome permiso, como no atreviéndose,
se queda ahí inmovil
no se anima a caer y a perderse en mi mejilla,
se cree cobarde, tonta, inútil,
se juzga constantemente y no respira.
Prepara su esencia de sal para su último momento
y con el dolor oprimido, oprimiéndola,
estira la pierna en un impulso decisivo.

Puede parecer de pronto que se ha arrepentido,
porque la veo todavía inutilmente aferrada a una pestaña.
Quiero evitarle el final, pero ya es inútil
el salto mortal fue su destino
y ahora resbala lentamente perdiéndose en cada poro,
hasta estamparse en el suelo
y morir redonda y frágil
con resonante eco de ausencias,
hasta evaporarse en el aire y descender al infierno.
Mi lágrima suicida dispara el llanto
(o sea el genocidio de otras mil lágrimas más, decididas).

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