lunes, 25 de abril de 2011

Principito, donde quiera que estés,
he mirado a las estrellas buscándote…

A veces me asalta la melancolía
de no escuchar tu risa, tus preguntas
y entonces los días se vuelven largos;
otras veces, pienso que falta poquito
y me pongo mi mejor vestido,
por si llegases sin avisar.

Principito, donde quiera que estés
agudiza tus sentidos,
huéle despacito mi perfume,
adorna tus muñecas,
saca al cordero de su caja,
derrama vino en tu frente
para llamar a la suerte,
prende la luz cuando se acueste el sol,
duérmete con mis palabras
como si las recitara
entre roldanas de pozos de agua.

Estoy donde siempre,
con las tres espinas que tengo
para defenderme del amor.


Si mi aroma te llegase Principito…
discúlpame por tanto tiempo y ven.
Si tienes miedo
te daré mi perfume
día y noche,
hasta sanarte pero no te vayas.
Domestícame,
te sentarás al principio un poco lejos de mí
pero domestícame...
por el color del trigo.

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