lunes, 1 de junio de 2009

Media verdad, media mentira

Pesado y molesto como un zumbido, como el respirar húmedo del enemigo en la nuca; doloroso como una uña que rasca cuando no nos pica es esa media verdad maldita que busca intermitente e incansablemente su mitad.

Aunque sigamos como si nada, porque seguimos como si nada animándonos sólo de a ratos a confesarnos, que al llevarnos la otra mitad, a ésta la sentimos en la cara, la vemos en las sombras; que sabemos (porque siempre sabemos) que está a punto de asaltarnos y sacarnos: los abrigos seguros, los zapatos conocidos, los pantalones gastados y cómodos.

Sin embargo le sentimos el aliento, meneamos la mano al costado del oído pero el zumbido vuelve. Nos hiere su filo al precio del filo que creemos que nos salva.
Y sí, como un berdugo persiste aunque le pongamos siete veces siete la otra mejilla y más.

Y cuando nos colma su lenta totura, la miramos a los ojos y es horrible. Es el dolor, la nada, el vacío, los cristales que se rompen y nos devuelven más fiel que nunca nuestra imágen ya nada imaginaria.

Por supuesto que ante tal espanto contraemos los sentidos para no sangrar y andamos por un tiempo con la vida y los proyectos en carne viva. Porque sabemos (y siempre sabemos) que la próxima estación está llena de tristeza y soledad.

Y nos asomamos desarmados (desalmados) hacia la conciencia renovada de que somos singulares, somos agua, mar, río; que todo se va, que es mejor que se vaya cuando dejamos de aferrarnos porque media verdad no nos salva. Cuando sucumbimos con todos los miedos y todas las heridas en un fluir nuevo donde las cosas, alguna vez conocidas y queridas, ya no están; porque también eran río en otro cauce.

1 comentario:

Rodolfo Serrano dijo...

Un texto extraordinario. me ha gustado mucho