Ella es mi casa, mi primer espejo, la certeza por fin de no
ser la última de una especie en extinción. Ella es patria, fuerza, barro, agua
calentita para mojarse los pies, ropa de lana. Ella es el fin de los acertijos,
magia hecha mujer. Tan difícil de describir, salvo por lo que produce en los
demás. Tan inmensa, que como los diamantes divide los rayos de luz. Cuando la ven, a ellos mismos se ven, pero tampoco
lo saben.
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