martes, 22 de abril de 2014

Hagamos exabruptos. 
Tengamos sobresaltos de partida y de llegada. 
Juguemos a cambiar las piezas, 
pintemos el tablero de sol y vendaval. 
Cuando llueva, que sea a chaparrones.
Patinemos en el barro de la culpa
y si caemos, que sea para partirnos la cabeza.
Tallemos cicatrices en nuestra columna vertebral.
Pongámosle aristas a los círculos.
Que no nos mida el sigilo de la calma.
Que sea imposible despertar, salir ilesos,
matar la sed de besos con besos.
Germinemos despelote, aquelarre, anarquía
y que la puteada del final,
en su último aliento, nos estampe siempre
contra un nuevo principio. 

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