Esa noche no tuve miedo,
me distendía el frío, el camperón de plumas y tu mano firme tomando mi
mano o mi cintura. Son seguras tus manos aunque uno no sepa a dónde va… Aún tengo la fuerza del viento en la cara y el
aroma húmedo de la madrugada, aún recuerdo nuestros pies en la acera y el
sendero de los Poetas ¿se llamaba el sendero de los Poetas o es mi memoria que
va transformando las cosas? Tus gestos se van poniendo difusos, tantas
confesiones, tanto hacernos cargo de mirar y de ser vistos, sin disimulos. Qué
gusto, sin disimulos! Esa noche volví a mi casa de la infancia, a mis recuerdos
felices, a los amores perdidos, a los patines que nunca pude comprarme… Esa noche,
tu abrazo, unió todas las partes rotas de mi alma.
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