lunes, 23 de julio de 2012

http://www.goear.com/listen/fe60f82/la-trama-y-el-desenlace-jorge-drexler

EL AMOR REAL: Yo no creo que alguien pueda amar sin ser correspondido, de la misma manera que nadie puede decirse amigo de alguien que no sea a la vez, su amigo.

Por supuesto que los románticos incurables buscarán sabotear mi premisa y esgrimirán una lista interminable de “amores unidireccionales”, propios de la historia universal o de su pobre o vasta experiencia. Y no los culpo, durante años he sido parte de ese grupo de pseudo-apasionados. Aunque ahora me veo obligada a concluir que el enamoramiento puede ser unidireccional, la pasión, la obsesión, el cariño y una especie más o menos sana de “te quiero por quererte y porque sí”. Querer que me ha dejado nuevamente y a veces ni siquiera nuevamente, sino desde siempre, en las puertas de mi preciada soledad.

(Pero el amor… esa palabra moralista Horacio )1

Me he preguntado entonces ¿hasta dónde puedo amar, entregar u ofrecer amor? La respuesta fue siempre la misma: hasta donde el otro pueda y quiera recibir. ¿Hasta dónde puedo recibir amor? Hasta donde el otro pueda y quiera dar. ¿Y cuál es el límite? La necesidad y la capacidad de cada uno. Necesidad, capacidad y deseo.

¿Es simple? Hay personas que lo hacen simple, sobre todo aquellas muy conscientes de quienes son y de qué desean y de hasta dónde quieren llegar. ¿Es complejo? Para algunas personas es complejo. Sobre todo para aquellas que continuamente buscan expansión y que, con cada nueva experiencia, remontan una parte de su propia personalidad hasta entonces invisible o tal vez, inexistente. Si este camino en solitario es complejo, en compañía puede volverse más complejo aún. ¿Alguna de las dos formas está mal? Yo creo que no, además no soy quien para juzgar. Sin embargo es triste encontrarse con aquellos que han renunciado a la búsqueda y a la esperanza.

En psicología hay un término que se llama “proyección”, los que hacemos además psicología gestáltica decimos comúnmente “todo es proyección y nada es proyección” (razón por la cual este texto debe leerse como de quien viene). Cada vez que hablamos de cualquier cosa, de cualquier hombre, de cualquier acontecimiento estamos hablando a la vez de nosotros mismos, elogiando aquello que describimos con aspectos egosintónicos y difamando aquello que percibimos con aspectos egodistónicos. Sin embargo son estos últimos, nuestros verdaderos maestros. Lo que rechazamos nos indica que una parte de nosotros ha sido eliminada. Ellos nos traen esa cualidad para que podamos apropiárnosla.

EL AMOR COMO LÍMITE: nadie puede amar más de lo que es amado y si bien puede que uno de los dos sienta el fuego solitario de un sentimiento no correspondido, ese fuego habrá de extinguirse en el mismo momento en que las cualidades enajenadas se recuperen. (Aunque también hay gente cómoda por siempre en ocupar el asiento del acompañante mientras otro ocupa siempre el asiento del conductor). Pero es bueno saber que el masoquista es un sádico pasivo, el abandonado un abandónico en potencia y que el abnegado esconde en su propia piel a un abusador. Hasta entonces, los opuestos se atraerán irremediablemente.

EL AMOR COMO REALIDAD implica un movimiento incesante de búsquedas, de luchas y de reconciliaciones con uno mismo, con el otro y con la verdad. Un movimiento que mantiene en marcha el deseo de amar a alguien como a uno mismo (que de hecho es la única manera en la que se puede amar).

De la fusión a la libertad, de la poligamia a la monogamia, de la heterosexualidad a la homosexualidad, de la familia nuclear a la ensamblada… la forma es decisión de cada uno en concordancia con la decisión de quien elija para emprender el viaje. Felices o fracasados lo único certero será “amar la trama más que el desenlace”2, porque este es el verdadero camino hacia Ítaca. 3

1 fragmento del capítulo 93 de Rayuela, Julio Cortázar
2 La trama y el desenlace es el título del último disco del cantautor Jorge Drexler, con una canción que lleva su nombre
3 Ítaca en mención al poema de Kavafis.

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