martes, 13 de diciembre de 2011

A veces comienzas a escribir
a la deriva, no sabes
si en pleno rapto azul
se topará contigo la tristeza
o si la esperanza tejerá
una legua
hasta tus ojos.

Sólo te dejas llevar,
como si otro escribiera a través de ti,
dibujando sentidos confusos.
Los dedos gritan poesías
o danzan ilusos alrededor
de una hoguera que arde
parpadeante y difusa.

Una palabra se niega a caer
en la red que sostienen los dioses,
queda un mensaje a medio decir
como un eco aturdido de voces.

Se dilata el juego,
has escrito en vano,
escapas de los fantasmas del sueño
que te perseguirán
con el sentido en la mano.

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