Esos laberintos implacables
en los que me persigues por las calles y los días,
ese estupor de pasos
en el que converge mi caudal de sangre,
esa capital ingobernable
que me asalta en cada esquina,
donde los puertos esconden tu sombra,
tu ir ciegamente a todas partes.
Ese estruendo indiferente
en medio de una ciudad
que todos llaman Buenos Aires
y que yo recuerdo con tu nombre.
3 comentarios:
hermosísimo poema, de verdad
Hola Fernanda,
Que bonitas estas letras...Las ciudades que habitamos a veces nos pasan por encima, nos hacen confundir los nombres, las calles, las esquinas. Hoy leí algo que me gustó acerca de esto mismo:
"La lengua de Buenos Aires se desplazaba tan rápido que primero aparecían las palabras y después llegaba la realidad, y las palabras seguían cuando la realidad ya se había marchado"
(Tomás Eloy Martínez. El cantor de tango).
Un saludo
Muy bueno!!tengo la misma sensación con otro nombre de ciudad...Besos
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