viernes, 22 de mayo de 2015

No siento miedo de que seas real, tampoco siento miedo de que no lo seas. Todas esas cuestiones arbitrarias del tiempo, las clasificaciones, contar los pájaros, distinguir los colores; se vuelven irrelevantes.
Lo que me pasa con vos es equivalente a lo que a vos te pasa con la música. Por un pequeño segundo estas ahí: puedo verte, tocarte y de repente, todo cambia de plano. Ya no hay ni vos ni yo y lo que se configura en "nosotros" tampoco se distingue del resto del mundo, del resto de las cosas. Como un momento de gracia infinito lleno de contemplación, de redención y de paz - no puedo explicarlo de otra manera-. Y en ese momento, los sentidos me sirven pero no con la obediencia de un ciervo sino como danza milenaria de los ritmos de la tierra y el cielo. Y aunque no sepa bailar, bailo, bailamos.
• Los lobos cambian el curso de los ríos

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