martes, 11 de noviembre de 2014

Un domingo en la Plaza de la Intendencia, en Cba, con mates hasta la lluvia, volvimos corriendo pero ya era tarde. Estábamos mojados y nos reíamos. Fuimos a tu casa, pusiste a Luis a todo volumen, nos tiramos en la cama mirando el techo de tu monoambiente en planta baja. No había techo. Era otro lugar y atardecía, pasaba el tiempo. Las cabezas cerca sobre la cama, los cuerpos distantes. Pero había una magia en ese silencio y un respeto que llenaban la habitación entera y el edificio y la cuadra… Te miré una sola vez. Yo lloraba. Vos también llorabas. 
Seis años después entendiste mis rabietas de aquel entonces. Yo creí que conmigo no te alcanzaba - me dijiste. Causo ese extraño efecto, el de que crean lo que no es - respondí. Pero sólo pude volver a escuchar a Luis hace muy poco tiempo. Al revivir. 
Escribe más claro para que pueda verse el diamante. "Para ciertos recuerdos hay un álbum de agua"

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