sábado, 11 de enero de 2014

escrito el 15 de octubre del 2013

Nunca entendí como Dios que miraba desde arriba (y así me lo figuraba yo al señor con los ojos en la gran maqueta que es el mundo) hacía para ver a la gente en los edificios... superpuestos, yuxtapuestos, unos reían, otros lloraban y los gestos se parecen, cómo distinguirlo - me obsesionaba pensar... Pero ese día, debe ser porque yo estaba en el cuarto piso, que era él último y era de madrugada y la gente se superponía en las habitaciones pero no en el comedor... y él sólo a unos metros, en una casa cercana, sin pisos encima, despierto también, desvelado... Debe ser por eso que ese día Dios pudo distinguir y dijo "he aquí el milagro" y en media hora, caminábamos de la mano los dos por el frío del barrio. Y lo que menos sentíamos era frío.

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